Mi casita
Pedro Rojas
December 2022
Tal vez me habré mudado un par de veces ya, tal vez ya, ni siquiera vivo en esa ciudad, en ese estado, ni siquiera en el país. Es más, inclusive legalmente ya no tenemos nada que ver con ella, aun así puedo decir con mucho orgullo que sigue siendo mi casita. Y es que el acto de apoderarse de algo o de alguien es tan raro y a la vez tan único, que de cierta manera nos identifica y no da esa identidad que cada uno poseemos. Mi teléfono, mi canción, mi novia, o en este caso, mi casita. Nos adjudicamos una y mil cosas, no obstante cómo no voy a decir que es mi casita después de todo lo que he vivido en ella. Todas las enseñanzas que me dejó, todas esas luchas internas que pude superar dentro de ella, todas las comidas en familia. Esas veces que descubrí a un superhéroe en casa y como no sería mi superhéroe, si gracias a él aprendí lo que significa ser un hombre y no lo digo solamente por aquella vez, en donde delante de mis ojos derrotó a esa culebra.
Tal vez sea la nostalgia o la mala memoria del ser humano que hace que por lo regular atesoremos el pasado en vez de disfrutar o valorar el presente. Quizás solamente nuestra memoria sesga los buenos recuerdos por nuestro propio bien y menos mal que esto es así. Aun así, trato de recordar esos momentos en donde caí y es que el aprendizaje no solo es a través por refuerzo, sino también por castigo. De hecho, personalmente siento que he madurado muchísimo más después de darme cuenta o de aprender que algunas de las cosas que estaba haciendo no estaban bien del todo. Que una persona te haga ver tus errores te hace mejorar, pero que tu héroe te los haga notar hace que nunca más quieras volver a cometerlos. Al final de cuentas, ¿Cómo vas a fallarle a tu héroe? Él fue quien me enseñó a ver que mis impulsos no siempre son los correctos, el que me enseñó a ver que no todas las personas son buenas compañías, a hacerme responsable de mis acciones, el que me ayudó a entender la importancia de siempre decir la verdad a pesar de que en ocasiones puede ser complicado. Valores que tal vez él no tenga ni idea que me ha heredado y es que no fueron necesarios muchos sermones, con su simple (si puede llamarse simple) ejemplo fue más que suficiente.
Haciendo eco un poco más en este sentimiento tan versátil y volátil llamado nostalgia, aún recuerdo con mucho cariño los tamales de doña toña, esos tamales que disfrutaba todas las mañanas junto con un vaso de arroz con leche viendo la caricatura de turno. Las paredes en tonos blancos, las cuales aparte de brindarnos calidez, nos ayudaba a identificar posibles peligros por las noches. También recuerdo ese patio enorme en donde por momentos sentía que volaba al correr tras él, el mismo patio que en tiempos de calor era el baño más enorme de la casa. Ese portón grande negro que hacía que por fuera la casa fuera un completo misterio, pero tras abrirse se encontraba el hogar más cálido posible, ahí estaba, mi casita.