Aprendiendo a aceptar mi nombre
Sophia Lindbloom
December 2022
Si soy honesta, la razón porque me pusieron el nombre Sophia no es nada especial, pero mi batalla personal con mi nombre sí tiene significado en mi vida. A mi mamá siempre le gustó el nombre Sofia, nota que lo escribí con una “f” y no “ph”, porque significaba “la que tiene sabiduría”. Y después que mi papá rechazó el nombre Fatima, preocupado que niños se iban burlar de mí, se quedaron con dos nombres potenciales, Sophia o Alejandra. ¿Puedes adivinar cual escogieron?
Pues técnicamente la respuesta correcta sería las dos porque mi nombre completo es Sophia Alejandra Lindbloom. Pero nunca me han llamado Alejandra. Solo Sophia con una “ph”.
Si no has notado, no tengo una buena relación con la ortografía de mi nombre. Mi batalla con mi nombre empezó en la primaria donde atendí una escuela de doble inmersión y la mayoría de mis compañeros eran hispanos, específicamente mexicanos. Digo esto porque es conocido que a los mexicanos les gusta hablar en broma. Así nos comunicamos en la primaria, entre bromas y asignando sobrenombres. A mí me tocaron “la pelirroja”, “la flaquita”, “gafitas”, etc. No es decir que tuvieron mala intención en llamarme estos nombres, todos teníamos un sobrenombre. Pero por una razón cuando me dijeron que no podía ser mexicana porque mi nombre se escribía con una “ph” siempre me enojaba y lo sabían, es por eso que me lo repitieron. Y desde entonces odiaba las letras “p” y “h” juntos.
Una vez después de escuela le pregunté a mi mamá, con actitud, por qué nos dio nombres americanos a mi hermana y a mí, si somos mexicanas. Ella era la que siempre nos estaba acordando de nuestra cultura, exigiendo que nunca nos olvidemos de esa parte especial de nosotros mismos. Ella me explicó que con mi nombre, querían algo que fuera fácil de decir en inglés y español y es por eso que me pusieron el nombre Sophia. No quería que lidiara con gente pronunciando mi nombre mal. Algo que ella siempre lidio con eso. Ahora la razón porque lo escribieron con “ph” fue por parte y culpa de mi papá. Nunca discutieron cómo lo iban a escribir. En la mente de mi mamá, iba ser con “f” y obviamente en la mente de mi papá, iba ser con “ph”. Mi papá fue el que firmó los documentos. De hecho, la primera vez que mi mamá notó como lo escribió se enojó porque en su mente no era correcto, pero con tiempo aprendió a “amar” el “ph”. Hasta me llama su Sophia con un “ph” en referencia a un programa de televisión llamado Anne with an E.
Y ahí está, la historia de mi nombre. Como dije al principio no es nada especial. A lo mejor un poco cómico, pero nada más. Ya me da igual el “ph” en mi nombre. Soy Sophia con un “ph” y me vale madre lo que piensan los demás.