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Las transiciones de la vida

December 2022

Nací el 12 de septiembre en Phoenix, Arizona, pero crecí en el pueblo de Sonoyta, Sonora. Siendo yo una pequeña, mis padres me llevaron al lugar que se convirtió en mi hogar, Sonoyta, Sonora, México. Empezaré por contarles un poco de mi familia. Tengo 2 hermanos, una mayor de 26 años y uno de 21 años. Afortunadamente tengo una familia muy grande, digamos que aproximadamente somos más de 500 miembros de parte de los dos, mi padre y mi madre. La mayoría de mi familia es de Sonora y otros pocos de Durango. Al igual que yo, la mayoría creció en México y después emigraron a los Estados Unidos.

Yo era una niña muy tímida, pues fui una de las pocas personas que creció sin internet, teléfono móvil o redes sociales porque no teníamos el suficiente dinero. Gracias a esto, puedo decir que disfruté demasiado mi infancia. A pesar de que era tímida, podía hacer amigos fácilmente, así que mis días coincidían en juegos regionales con mis vecinos todas las tardes. Crecí en una típica casa mexicana donde no podía ver televisión o salir sin antes haber hecho mis obligaciones. A veces me tocaba trapear o barrer y siempre tenía que terminar mis tareas antes de poder tener cualquier tipo de diversión. Mis fines de semana eran dedicados a la iglesia, sábados tenía catecismo y domingos asistía a las misas. Aunque agradezco que me hayan introducido a mi religión que hoy en día respeto mucho, siento que de pequeña fui obligada.¿Qué niño quería tener un día extra de clases cuando los fines de semana debían ser de juegos y diversión?
Los años pasaban y esa timidez se iba desvaneciendo. Entré a mi primer año de secundaria y puedo asegurar que fue uno de los mejores años que tuve. Conocí nuevos compañeros, no eran las mismas amistades de la primaria, mi manera de pensar cambió totalmente pues ya no era una niña, empezaba a ser una adolecente. Todo iba perfecto. Empecé a salir un poco más, me sentía muy agusto conmigo misma hasta que me llegó la noticia que nos iríamos a vivir a San Diego.

Les explico un poco del por qué esa decisión tan drástica. Sonoyta es un pueblo reconocido por el narcotráfico, el pueblo se volvió más peligroso sin que los jóvenes como yo nos diéramos cuenta y fuéramos capaces de asimilar el riesgo que todos corríamos, especialmente las mujeres. Yo una adolecente de 12 años aproximadamente, escuchaba a los adultos que decían “este pueblo va de mal en peor”. Nunca puse atención por que yo estaba en mi mejor etapa. Pero así era desafortunadamente, balaceras en lugares públicos, muertes de gente inocente y la economía ni se diga bajaba cada vez más y más. Llegué a un punto donde yo no podía llevar almuerzo a la escuela, comíamos menos y salía menos por el peligro que había fuera. Mis padres por más trabajo que tenían nunca alcanzaba. El pueblo entero se dedicaba a los malos pasos y mis padres no querían eso para sus hijos. No tenían otra opción que traernos a vivir a San Diego, California.

Cuando tenía 13 años me trajeron a San Diego, aun recuerdo mi primer día de secundaria (middle school) en el 2016. Mi transición de un pueblo de aproximadamente 10,000 habitantes a una ciudad de aproximadamente 1.4 millones de habitantes fue muy difícil. Yo no sabía el inglés, no podía sostener una plática regular entonces. Fue muy difícil para mí hacer amigos. Esa timidez que tenía de pequeña regresaba poco a poco, sentía que no pertenecía. La adaptación fue uno de los mayores retos que experimenté a tan corta edad. No solo era el adaptarme a un lugar nuevo sino también el adaptarme a un idioma nuevo, pues me veía obligada a aprender el inglés de cero. Dicen que el aprender el inglés de adolescente es más difícil y yo lo experimenté, se me hizo muy difícil acostumbrarse a nuevas culturas y maneras de hablar.

Conforme pasaban los años conocí a más gente y me acostumbré al lugar. Aún recuerdo cuando me preguntaban “¿de dónde eres?” No sabía qué responder, yo me consideraba mexicana porque ahí crecí, pero nací en los Estados Unidos. En el 2017, entré a la preparatoria y todo parecía ser más fácil. Me involucré en actividades escolares como los deportes, jugué fútbol, voleibol y softbol los 4 años de preparatoria. Gracias a que salí de mi zona de confort tenía más amigos y me sentía a gusto conmigo misma como antes. En el 2018, dejé de ser aprendiz de inglés, deje de tener las clases de ESL y pase a ser fluida en el inglés con clases regulares. Tomaba la mayoría de mis clases en nivel de “honores” y me esforcé demasiado para tener las mejores notas. En el 2020, me volví capitana de mi equipo de softbol y todo iba de lo mejor. Ya me había acostumbrado a la vida en los Estados Unidos y empezaba a gustarme. Desafortunadamente llegó la pandemia, la escuela fue en casa y esas amistades se volvieron amistades detrás de una pantalla. En lo personal, esa fue otra transición muy drástica y difícil para mí. Me gradué de la preparatoria con honores y por la pandemia mis padres no pudieron estar conmigo en mi graduación. Un día muy especial para mí, ya que yo le había prometido a mi madre que me graduaría con honores por ella, pero desafortunadamente no pudo estar ahí.

Entré al colegio comunitario en agosto de 2020 y creo que fue más fácil para mí adaptarme a la escuela en línea ese año. Todo esto de la pandemia comenzaba a hacerse una rutina y algo muy normal. Mi dedicación a la escuela nunca disminuyó, pero no negaré que fue muy difícil aprender de las clases. Pasó un año y luego otro y cuando menos pensaba ya estaba por graduarme, ya estaba aplicando a universidades. En el 2022, una vez más me gradué con honores de Grossmont College y ya había sido aceptada en San Diego State University. Un nuevo cambio estaba por comenzar y ahora en vez de sentir miedo sentía emoción. Ahora estoy más que lista para ver qué es lo que estos próximos dos años me esperan en esta universidad.
El haber crecido en México, pero haber nacido en Estados Unidos me hace sentir como si fuera ni de aquí ni de allá. Ahora soy una persona considerada bilingüe y eso significa mucho para mí ya que el “ni de aquí ni de allá” significa que aprendí de dos culturas diferentes, dos lenguajes diferentes y dos lugares totalmente diferentes que me llevaron a ser la persona que soy hoy en día.

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